El Teide

EL TEIDE, NUESTRO VOLCÁN

LEE SOBRE EL VOLCÁN

Decían nuestros antepasados guanches que en el Teide habita Guayota...que en su cosmogonía representaba el espíritu amenazante y devastador de las erupciones del Teide... 

El Teide es un estratovolcán, de tipo compuesto, que con sus 3.718 mtrs se eleva casi 2.000 mtrs desde la caldera que forma el impresionante edificio de las Cañadas del Teide y Pico Viejo.

Desde los tiempos de la incorporación de la isla de Tenerife a la Corona Española se han producido varias erupciones, aunque ninguna en el cráter del Teide, siendo las más importantes la de Boca Cangrejo en el sur de la isla que es referenciada en 1492 por Cristobal Colón en su cuaderno de bitácora camino del descubrimiento de América,  las de 1704-1706 de Fasnia, Siete Fuentes y Garachico, siendo la última la de noviembre de 1909 en Chinyero.
Las erupciones históricas que se han producido en los últimos 500 años han sido en los rifts noreste y noroeste, en medianias, excepto la de chahorra en 1798 en el dorsal de Pico Viejo, siendo erupciones de tipo strombolianas y efusivas, aunque recientes estudios de expertos del IGN (2017) señalan un mayor índice de explosividad del inicialmente previsto en la erupción de Chinyero.

Existen sin embargo evidencias geológicas que han sido analizadas con profusión en los últimos años de que la práctica totalidad de las erupciones en el edificio volcánico de las cañadas el Teide-Pico Viejo son de material fonolítico e ignimbritas, magma de alta viscosidad y contenido silíceo, que suele llevar aparejadas erupciones de tipo pliniano o sub-pliniano de alta explosividad y volumen de material emitido, con volumen de material emitido próximo a 1 Km3 en alguna de ellas.

Esta diferenciación en la tipología y peligrosidad en las erupciones volcánicas del Teide, según el lugar (altura) en el que se producen, puede deberse a un fenómeno de cristalización fraccionaria del magma tal y como sugieren diversos expertos americanos y europeos en un artículo publicado en el año 2015 en el 'Journal of Petrology, Vol 56, N 11' en el que se realizó una simulación con un software muy avanzado que llegó a esta conclusión.
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